Principios de la Orientación

PRINCIPIOS DE LA ORIENTACIÓN
Para la redacción de esta entrada, voy a tomar como referencia a diferentes autores que, tanto a lo largo de la carrera de Pedagogía, como del máster de profesorado en el que nos encontramos ahora, hemos estudiado como más reseñables en el ámbito de los principios de la orientación. Ellos son, por ejemplo, Grañeras Pastrana et al. (2008), Álvarez Rojo (1993), Elvira Repetto (2002), Rodríguez Espinar (1993) o Martín Izard, (2010).
Lo primero de todo, quiero acotar lo que yo entiendo por “principio”, y es una base, una causa, origen, norma, idea, regla, ley… que se debe cumplir con cierto propósito. El propósito de la orientación va a ser guiar la intervención hacia el desarrollo integral de la persona buscando el máximo nivel de consecución. Como se señala en el artículo de Grañeras Pastrana et al. (2008), los tiempos han cambiado y con ello la forma de concebir la orientación; se ha evolucionado hacia una visión más amplia y completa donde se tiene en cuenta el cambio social, económico y cultural que dan como resultado nuevos protagonistas y escenarios de actuación. 
Volviendo a hacer referencia a los 5 autores mencionados al pricnipio, se observa que todos ellos hacen más hincapié en unos principios que en otros, llegando a coincidir en algunos. A continuación, muestro una tabla donde nombro los principios que recoge la concepción de cada uno de ellos para, posteriormente, extraer mis propias conclusiones.
Tabla 1. Relación de autores y principios de la orientación
Autor
principios

Álvarez Rojo, 1993

-          Principio antropológico
-          Principio de prevención primaria
-          Principio de intervención educativa
-          Principio de intervención social y ecológica


Elvira repetto, 2002

-          Principio de diagnóstico y valoración del sujeto/s y de sus contextos
-          Principio de prevención a ser posible la primara, más la secundaria
-          Principio evolutivo, en su desarrollo a lo largo de la vida
-  Principio de potenciación o fortalecimiento personal (empowerment)


Rodríguez Espinar, 1993

-          Principio de prevención
-          Principio de desarrollo
-          Principio de intervención social


Grañeras Pastrana et al., 2008

-          Principio de prevención
-          Principio de desarrollo
-          Principio de intervención social
-          Empowerment como principio de intervención social


Martín Izard, 2010

-          Principio de prevención
-          Principio de desarrollo                              Empowerment
-         Principio de intervención social

                                                                     

Fuente: Elaboración propia

Como se puede observar, en el nombramiento del principio de prevención coinciden todos, aunque si bien es cierto que unos inciden más en la prevención primaria que en la prevención en rasgos generales. Este principio tiene como fin último evitar la aparición de problemas; y para ello, incide en el dotar de competencias funcionales y sociales a la persona para que pueda, en el momento dado, utilizarlas como herramienta propia y que le permita, incluso, poder llegar a anticiparse al problema (proactividad). De hecho, como asegura Martín Izard (2010) “la acción orientadora será más eficaz y tendrá menor coste social, personal y económico si se anticipa a la aparición del problema” (p. 11). Este principio, se relaciona estrechamente con el diagnóstico (considerado por Elvira Repetto un principio aparte) y evaluación de necesidades del estudiante y su contexto. Al evaluar las necesidades de cada persona, estamos haciendo referencia al ser humano como responsable de sus actos y con el que es posible dialogar, dotarle de esa ayuda que en algún momento de su vida necesita, pues hay situaciones que el individuo no puede afrontar en solitario. Con estas necesidades humana, estamos justificando ese principio antropológico que menciona Álvarez Rojo, y que nosotros estamos incluyendo en el de prevención.
La prevención se dirige a todos los sujetos en su fase primaria, y a los sujetos con problemas en las demás fases (secundaria y terciaria). Tiene especial relevancia en los momentos transitorios de la vida, como son, por ejemplo, el paso a la educación secundaria obligatoria o el paso a la universidad. Es imprescindible no olvidar evaluar el programa en todas sus fases, cosa muy olvidada en este principio; véase, por ejemplo, programas de prevención de drogas que luego no desarrollan una evaluación de impacto y no se llega a saber si realmente funcionaron.
El segundo principio, el de desarrollo, supone un proceso que se da a lo largo de toda la vida, “evolutivo” como lo menciona Repetto, donde el orientador actúa de guía. Este principio se entiende en un doble sentido, uno madurativo (donde se dota al sujeto de competencias necesarias para afrontar las etapas de la vida, es decir, va ligado a un componente biológico) y otro constructivo (fruto de la interacción del sujeto con el ambiente).  Por tanto, ve la necesidad de dotar al sujeto de competencias necesarias para afrontar las demandas de cada etapa evolutiva, así como involucrarlo en un proyecto personal de futuro. Conlleva acompañamiento, transformación, cambio y es derivado de las necesidades evolutivas del sujeto.
Por otro lado, en el principio de intervención social, se considera al orientador como un agente de cambio, donde no se persigue ayudar al sujeto para adaptarse al medio sino hacerle consciente de las trabas que impiden su pleno desarrollo. La intervención se realiza en y sobre un contexto social. Esta visión holística de la realidad conlleva analizar los factores ambientales y modificar aspectos concretos del contexto, bien sea educativo, familiar o sociolaboral (Rodríguez Espinar, 1998). Por tanto, viene a decir que los sucesos no ocurren en el vacío, sino que están enmarcados en un contexto y éste debe ser tenido en cuenta, no solo el sujeto en cuestión.
Por último, el cuarto principio diferenciado en el artículo de Grañeras Pastrana et al. (2008), el cual Elvira Repetto también lo considera, así como Martín Izard (aunque sea de forma derivada del principio anterior), es el Empowerment.  Se puede traducir como “potenciación” o “empoderamiento”, pero voy a preferir denominarlo “fortalecimiento personal”. Es este caso, el rol del orientador es un papel activo como agente social, donde los sujetos desarrollan habilidades y capacidades para tomar el control de sus propias vidas sin inferir en los derechos de otras personas. Para algunos es un objetivo a conseguir a través de las intervenciones orientadoras; es decir, el control que el sujeto ha logrado a través de la orientación. Supone un impacto interpersonal, social y en el contexto. Para lograr este principio, la orientación debe reunir los siguientes factores: colaboración, contexto, conciencia crítica, competencia y comunidad, lo que a lo largo de la carrera he conocido como las 5 “C” (McWhirter, 1997). Elvira Repetto (2002) dice que el fortalecimiento personal juega un papel fundamental en el ámbito educativo, tanto a nivel de la orientación como de las enseñanzas en general.

Conclusiones
Para finalizar, cabe destacar la importancia de considerar los principios de la orientación más allá del ámbito escolar, transfiriéndose a cualquier persona, de cualquier edad y en cualquier contexto, siendo ésta fruto de una tarea cooperativa en la que se comprometen diferentes agentes.
Lo primero que quiero señalar es la atención temprana en la que tanto hemos incidido a lo largo de la carrera y el máster; y es que, el principio de prevención, nace de ahí, de considerar los problemas antes de que lleguen a ocurrir, para que el impacto sea menor o que incluso no llegue a producirse.
Por supuesto que, además, hay que tener una visión holística, pero no solo en el ámbito de la orientación, sino en todo el ámbito de la Educación en general. Somos personas que continuamente estamos en desarrollo, que aprendemos equivocándonos y que no siempre sabemos salir del problema por nosotros mismos. Somos seres sociales, y no hemos llegado a la vida ya preparados para afrontar todo lo que nos ocurra; es ahí donde pedimos ayuda y los profesionales de la orientación intervienen, pero siempre desde un enfoque sistémico, sabiendo que todo influye en ese sujeto que está pidiendo ayuda, desde su familia hasta el presidente que esté gobernando en ese momento. De ahí, la importancia que le quiero dar al último principio comentado: el empowerment. Y es que, si conseguimos, como educadores, dotar de las competencias necesarias al sujeto, y que éste, en base a ello, sea capaz de crear sus propias herramientas para afrontar la vida tomando el control de ella, conseguiremos el objetivo último de la intervención orientativa, donde ya no necesite esa ayuda que reclamaba en un principio.
No hay duda de que este nuevo enfoque del fortalecimiento personal, que va más allá de la autonomía o auto-eficacia, incluye una creencia en el potencial humano para resolver los problemas de su vida poniendo énfasis en la identidad y en la pertenencia a un grupo. Es preciso y necesario que tanto orientadores como educadores, tengan el fin último de fortalecer personalmente a esa persona que se pone en sus manos.
Para concluir, presento un pequeño esquema de los principios que, en síntesis de todos los vistos, considero como principios de la Orientación:

Bibliografía:
Álvarez Rojo, V. (1994). La orientación educativa y acción orientadora. Relaciones entre la teoría y la práctica (pp. 97117). Sevilla: EOS.
Grañeras Pastrana, M., Parras Laguna, A., (coords.) et al. (2008). Orientación educativa: fundamentos teóricos, modelos institucionales y nuevas perspectivas. Madrid: Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE): 35-40.
Martín Izard, J. F. (2010). Presente y futuro de la orientación educativa en Castilla y León. In AA.VV., La orientación educativa en Castilla y León. Ponencias del IX Seminario del Consejo Escolar de Castilla y León, 7-22. Ávila, 20 de abril de 2010. Recuperado el 11 de noviembre de 2017, de http://www.educa.jcyl.es/cescolar/es/informacion-especifica/publicaciones/consejo-escolar-castilla-leon/ixseminario-consejo-escolar-castilla-leon.ficheros/218715-Ponencias_texto_completo.pdf
McWhirter, E. H. (1997). Perceived barriers to education and career: Ethnic and gender differences. Journal of Vocational Behavior, 50(1), 124-140.
Repetto, E. (2002). Modelos de orientación e intervención psicopedagógica (pp. 83-112). Madrid: UNED

Rodríguez Espinar, S. (1993). Teoría y práctica de la Orientación Educativa (pp. 35-41). Barcelona: PPU